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viernes, 30 de agosto de 2013

Bebel, que a cidade comeu, Ignácio de Loyola Brandão


Editora Brasiliense, 1968 


Me deparo con este título y portada sugestiva con que cuenta la primera novela de Ignácio de Loyola Brandão, y pienso ipso-facto que en este voluminoso libro encontraré puterío al doquier, pero tras avanzar por el primer largo capítulo –el más difícil, a pesar del puterío- percibo que no es del todo así.

En éste primer capítulo conocemos a Bebel, la linda joven de barrio que sueña con ser una actriz famosa no sólo en Brasil sino en Hollywood, y que hará prácticamente de todo con las personas correctas para alcanzar su objetivo aprovechando al máximo su belleza física, al grado de agarrarle el gusto por el sexo furtivo con quien le venga en gana, y por supuesto con sus amigos, entre los cuales se destacan Marcelo y Bernardo, comenzando así una vida liberal y libertina, donde no hay cupo para sentimiento alguno.

Marcelo es un aprendiz de revolucionario, enamorado por las acciones del Che Guevara, y loco por mudarse a Cuba, que ve como modelo a seguir. Bernardo, más parsimonioso, un joven periodista, anhela escribir un libro - probablemente el alter ego de De Loyola Brandão-, llegará a trabajar como reportero en un diario paulista. Ambos compartirán la amistad de Bebel, y algo más cuando a ella le entren ganas de alguno de ellos. A este trío se les sumará Renato, también llamado de Renatão (Renatón), reaccionario las 24 horas, quien pareciera despertar cada día con la furia suficiente para salir a quebrar a los burgueses, la sociedad y sus reglas; tendrá su oportunidad de descargar toda su rabia cuando, tratando de huir, se cruce en su camino un diputado federal quien había atropellado a un joven, siendo capturado, torturado, humillado y masacrado por Renato y parte de su grupo, en unos capítulos donde la violencia extrema rinden muy buenas páginas; y también estará Dina, pintora, bohemia, coquetea con el bisexualismo, y Bebel siempre estará lista a satisfacer su curiosidad, ella los acompañará en muchas de sus salidas y enredos a los que se meten hacia el final de la novela.






Imagen capturada de un trecho de la entrevista con Jô Soares. De Loyola Brandão aparece como actor de una escena de la película "O santo milagroso" de Carlos Coimbra.


Si bien encuentro el puterío esperado en el primer extenso capítulo ya en los otros está muy claro que el tema principal del libro no es ése, pareciera más bien la ascensión –con el sudor de sus nalgas-, fama, y posterior caída con la lenta degradación del ser humano que parece ser una analogía del Brasil de aquel tiempo, los primeros años de la década del ’60, época donde comenzó la feroz y larga dictadura en éste país. 

Publicada en 1968 –en plena dictadura- quién sabe si el autor no esperaba ya una posible censura y se inventó una historia –con portada y contra portada evidentes- que disimulara el verdadero meollo, la burla y crítica no sólo de los que se hicieron del poder por la fuerza sino también a los políticos elegidos en democracia, pues cuando gozaban de ella mucha gente pensaba que sólo una dictadura pondría orden a tanta corrupción de los que habían sido elegidos por el pueblo, y este hecho tiene la particularidad de ser muy actual pues algo similar ocurre nuevamente desde hace unos años por aquí: es común escuchar gente joven decir que sólo una dictadura acabaría con tanta corrupción, o sea que 50 años después Brasil sufre de lo mismo, siendo quizá la única diferencia que ahora hay cómo mantener la economía estable.

De todos los personajes que De Loyola Brandão nos presenta encuentro más interesantes a la del título, Bebel, quien llega a hacerse de un lugar en la televisión como vedette, bailando, sonriendo y claro, mostrando el cuerpo, siendo común y frecuente su presencia en todo programa y publicidad televisiva y gráfica, pero ella quería más, quería ser actriz, y cuando llega a formar parte de una compañía teatral verá cómo su fama y popularidad de la que tanto se jactaba se le irá de a pocos, casi sin percatarse, hasta llegar a ser solamente un vago recuerdo en la memoria de la gente, eso sumado a las trasnochadas, el alcohol, algo de droga, se verá perdida en una inmensa soledad, sin poder visualizar futuro alguno; la ahora espectro de símbolo sexual será solamente otra criatura solitaria en un mundo al que nada importaba. Renato, con la violencia a flor de piel, errando el camino y eclipsando cualquier perspectiva, queriendo dárselas de justiciero acabará convirtiéndose en uno igual a los que tanto odia. Marcelo, quizá animado y aún efusivo, con los ideales efervescentes por la visita de Jean Paul Sartre y Simone de Beauoviur a Araraquara (São Paulo) acaba siendo el más fiel a sus ideales aunque estos los lleven a un trágico final. La correspondencia que manda desde la prisión, aunque breve y concisa me parece exquisita, transpiran toda su fe, sus ganas, su resentimiento, su desespero, su melancolía, y finalmente su resignación.

El título juega con el doble sentido aquel: sí, muchos tipos pasaron por ella, pero el verdadero significado hace referencia a cómo fue deglutida por la industria, como sus compañeros y todos sus compatriotas por la nueva sociedad instaurada, donde la pérdida de la identidad, la incomprensión, la dificultad de comunicarse entre ellos comenzaba a ser el cotidiano.

domingo, 25 de agosto de 2013

Ventisquero Cabernet Suvignon 2011




Viña Ventisquero

Ventisquero Cabernet Suvignon 2011

85% Cabernet Sauvignon – 15% Syrah

13,5% Grad. Alc.

Valle de Colchagua, Chile.


Creo que esta es la primera vez que nos hacemos de un caldo de la Viña Ventisquero, vinos que en sus diversas líneas y marcas son fácilmente encontrados en Curitiba, desde ésta, su línea Reserva, que creo es la segunda contando desde abajo, hasta Herú, Vértice y Pangea –hasta encontramos un par de botellas del vino “Único” del cantante Luis Miguel elaborado por Ventisquero- que son sus marcas top, todas lamentablemente a un precio tan alto que desaniman, esas cuatro últimas superan los US$ 60, 75 y 100 respectivamente. Pero inclusive esta línea Reserva se encuentra entre los US$ 18 y 22 (en Angeloni -una especie de Wong o Vivanda en Lima- es ofrecida a RS 43!), así que al encontrar en una vinoteca del Mercado Municipal dos variedades de ésta línea Reserva a RS 27,50 (unos US$ 13,5) nos animamos a conocer, tardíamente, los vinos Ventisquero.

A la vista, de un profundo color granate hacia el centro, casi negro, con bordes ligeramente anaranjados, denota entre leve y mediana corpulencia.

En nariz, afrutado primero: frutas negras, cerezas, casis, higos. Hay un toque dulzón, y por la tercera copa hay leve sensación a chocolate.

En boca, de mediana acidez, que da paso al toque dulzón, hay también una sensación como de toffee; de poca corpulencia sin llegar a ser aguado; final mediano, con retrogusto a hebras de tabaco.

Aquí no hay esa sensación de madera que todo lo eclipsa, es redondo, bien equilibrado, sorprende en la fase olfativa; es un vino jovial, que para su precio accesible (como ya mencioné, aquí fue encontrado a unos US$13,50, en Lima creo que está a poco más de S/.30) está muy interesante y ofrece una buena experiencia acompañando bien la comida y la conversa en una noche cualquiera. 

viernes, 23 de agosto de 2013

Marraso Roble Cabernet Sauvignon 2008


Codorníu Argentina

Marraso Roble Cabernet Sauvignon 2008

14% Grad. Alc.

Mendoza, Argentina. 


Esta línea “Roble” de la marca Marraso la vemos hace algún tiempo por los anaqueles curitibanos, y aunque los recuerdos del “Reserva” son buenos, el color de ésta etiqueta en particular me hacía pensar que lo que encontraríamos adentro sería un vino con mucha madera, aquella sensación exagerada que sentimos con su compatriota Phebus cs, pero como hace unas semanas estaban de oferta en Extra, de RS 27,50 a RS 18,50 (unos US$ 9), nos animó y nos trajimos un 2009, y también nos arriesgamos con éste 2008, el primero a ser abierto. 

A la vista, es negro hacia el centro, con bordes ocres hacia adentro y naranjas hacia afuera. Lágrimas medianas de poca intensidad, denota poca corpulencia.

En nariz, primera copa: madera intensa (&%#$”!*@...), vainilla, tostado. Segunda copa (una hora después) la madera bajó en algo, la vainilla se mantiene, algo afrutado, algo dulzón. Tercera copa (con casi dos horas de decantación) bajó aún más la sensación a madera, pero también la intensidad de lo afrutado. Cuarta copa (de ambos, con casi tres horas de decantación), de aroma muy leve, afrutado de poca intensidad.

En boca, primera copa (de ambos, directo de la botella): madera muy intensa y persistente (por la &%#$”!*@dre...), notas tostadas resaltan de más, se siente la vainilla, lo afrutado es opacado. Segunda copa (de ambos, una hora después): la madera bajó la intensidad, la vainilla es más perceptible, también lo afrutado, aquel dulzor como de frutas negras en compota. De final corto, retrogusto amaderado. 
Tercera copa (de ambos, con casi dos horas de decantación) la sensación a madera bajó ostensiblemente, las sensaciones afrutadas ganan destaque, como cerezas negras de mermelada; de leve a mediana corpulencia sin ser aguado; hay también toques de pimentón. De final medio, con retrogusto algo ahumado. 
Cuarta copa (de ambos, con casi tres horas de decantación) las sensaciones son prácticamente las mismas a las de la tercera copa resaltando que la sensación inicial a madera bajó todavía más, ¡aleluya!

Aunque es un vino joven aquella sensación inicial latente a madera nos animó a pasar una copa por el aireador (ya haré la entrada de aquel juguete) y el resto decantarlo. Al hacer esto último y con un poco de espera el vino se torna algo más armónico, más amable, aunque esa sensación de madera no desaparezca, imaginamos que esa es su propuesta, para personas que disfrutan plenamente dicha característica. Aunque está lejos de ser memorable, al precio encontrado no estuvo mal para acompañar la pizza.

domingo, 18 de agosto de 2013

Purple Angel 2008



Viña Montes

Purple Angel 2008

92 % Carmenère – 8% Petit Verdot

15% Grad. Alc.

La Finca de Apalta / Archangel, Viñedo Apalta, D.O. Valle de Colchagua, Chile. 


Aprovechando el frio que de cuando en cuando reina en Curitiba y repitiendo una vez más el asar carne en la parrilla decidimos que le llegó la hora al Purple Angel que descansaba junto a las otras botellitas aquí en un rincón. Las expectativas previas eran altas por ser uno de los vinos top de esta bodega, de la cual nos es más conocido el Montes Alpha; este ejemplar se convierte en nuestra primera experiencia con el angelito morado.

A la vista, de un rojo granate muy oscuro e intenso, coquetea con el negro, con bordes algo ocres, forma intensas lágrimas muy persistentes, de capa media para alta, demora en caer el vino por las paredes de la copa.

En nariz, en la primera copa (de ambos, directo de la botella) lo primero en aparecer es algo de madera, esta sensación disminuye con el pasar del tiempo aunque no desaparece; luego hay algo de vainilla, para luego aparecer la fruta, parece ciruelas. 

En la segunda copa (de ambos, con poco más de una hora en el decantador) la sensación a madera bajó de intensidad, la fruta aparece más, moras y mirtilo, y también hay un toque floral como de violetas. 
En la tercera copa (de ambos, con poco más de tres horas de decantación) la sensación floral es más notoria, es casi un perfume, al igual que la sensación afrutada. 
En la cuarta copa (de ambos, con más de seis horas de decantación) sigue emanando aquel rico perfume, porque eso no es olor viejo, eso es un perfume, entre afrutado y floral.

En boca, lo primero en sorprender (aunque de manera negativa para ambos) es que no es tan denso como esperábamos, es hasta leve (C lo encuentra muy leve). 
En la primera copa (de ambos, en la previa, sin comida y servido directo a las copas) es algo cálido, la madera se antepone a otras sensaciones, la vainilla aparece, y finalmente la fruta. De final mediano, con retrogusto a cuero mojado. 
En la segunda copa (de ambos, algo más de una hora en el decantador) hay como un exceso de tostado, incomoda un poco, la vainilla es más notoria, más rica, la fruta se siente con un punto de dulzor, más tirado para moras; de final largo, y en el retrogusto hay un toque de café e inclusive es algo mentolado. 
En la tercera copa (de ambos, pasó poco más de tres horas en el decantador), esa sensación tostada-amaderada sigue ahí (¿todavía estás aquí?) y aunque ahora es algo leve, a C le incomoda un poco, aunque no tanto como su leve corpulencia; de final largo, con un retrogusto donde hay un puntito como a mentolado y una sensación acaramelada. 
En la cuarta copa (con más de seis horas de decantación) aquella jodida sensación tostadita es prácticamente inexistente, es más aterciopelado, más pleno, más amable, con sus notas afrutadas muy presentes, como a mirtilo y a moras, también sensación a cacao; obviamente continúa siendo de corpulencia leve, de poco volumen en boca; de final largo, con retrogusto a chocolate bitter. 



Dos cosas nos quedaron claras a ambos: primero: ¡es un vinazo! Segundo: no es para nosotros. Es que si alguien nos hubiera dicho que mejor era decantarlo unas seis horas (ojo, y quizá más) antes de probarlo quizá la experiencia hubiera sido "totalmente satisfactoria". Sucede que la experiencia con su compatriota, el Don Melchor bebido hace unas semanas (yo sé: es otra cepa, otro terruño, otra viña, pero ambos son, digamos, de la misma gama) atrás “no fue decantado en ningún momento”, y la experiencia fue de aquellas, orgásmica, entonces, éste Purple Angel lo fuimos degustando de a pocos, y reconocemos que la paciencia es una virtud que estamos aprendiendo a cultivar con nuestra hija, y es un aprendizaje lento; así como en casi todo, también en vinos es viviendo y aprendiendo. 


Aunque creemos que armonizó bien con nuestro rigatoni en salsa gorgonzola con acompañamiento de picanha (se lee picaña, es la parte trasera de la res, no sé cómo se llama en español: muy sabrosa) a Cris definitivamente no le agradó esa insoportable levedad de su ser (a propósito: Kundera, hasta que apareciste en español por esta ciudad, y por partida doble); éste caldo tiene esa finura, esa elegancia, sí, muy elegante, pero es casi un dandy con gafas y sombrero panamá (hecho en Ecuador, por supuesto): un señorito culto pero muy delicado: ella lo esperaba más corpulento, más carnoso, más voluminoso. A mí no me incomodó, me incomodó que ella no lo disfrutara plenamente como yo, y aunque sabemos que éste es un carménère y el Don Melchor fue un cabernet sauvignon, nada la frenó a decirme con su rico acento brazuca: com RS 80 comprávamos quatro Montes Alpha! Y sí, cada Montes Alpha –una línea menor que ésta de la misma viña, de los cuales somos hinchas- están en la misma vinoteca a US$ 17,99, o sea, RS 36, ya este Purple Angel salió a US$ 40, o sea RS 80 aprox, eso el año pasado, ahora, al igual que el Don Melchor mencionado subieron un poquito más, a US$ 55,99 éste ejemplar y a US$ 69,99 el Don Melchor, igual, muuuucho más barato que aquí en Brasil. Pueden comprobar los precios (ahora de las nuevas cosechas) AQUÍ.

Es un vino camaleónico, al cual hay que tenerle la debida paciencia para disfrutar todo lo que tiene para ofrecer. 

domingo, 11 de agosto de 2013

Signos de Origen Syrah 2010


Viña Emiliana

Signos de Origen 2010

Syrah 88% - Merlot 7% - Viognier 5%

15% Grad. Alc.

La Quebrada, D.O. Valle De Casablanca, Chile 


Hace algún tiempo ya un comentarista chileno de este pequeño espacio nos recomendó probar el vino "Coyam", que al igual que la marca "Gê" hemos visto en algunos estantes curitibanos, pero si esos vinos son ya de por sí caros, aquí en Brasil -por los tremendos impuestos- fácilmente se duplica y hasta triplica el precio tornándolos lamentablemente inaccesibles, pero esta línea "Signos de Origen" no la hemos visto ni en esta ciudad, ni en alguna otra; es el hermanito menor de esos dos mencionados líneas arriba, traído de Santiago como regalo a C por parte de su jefe (ficamos gratos pelo belo presente). ¡Qué grata sorpresa guardaba en su interior esta botella!

Es un vino orgánico y por ende su alta graduación alcohólica: ¡15% nada menos! Creo que es el primer caldo que supera los 14,5% de entre los que hasta ahora hemos bebido juntos, dejando de lado los oportos y madeiras, claro está. Las uvas orgánicas demandan más tiempo en madurar, cuanto más maduras las uvas más azúcar natural contienen, y será mayor la graduación alcohólica.

Al vino: de un granate muy intenso, llegando a ser negro hacia el centro y violáceo en los bordes, de capa alta, de una densidad acentuada, forma intensas y persistentes lágrimas. En nariz, es muy afrutado, como a cerezas, frambuesas, hay un leve dulzor como de mermelada, hay también toques especiados más notorios en la segunda copa (de ambos), como el rico punto de picor del clavo de olor y/o anís estrella. En boca, es de una mediana densidad, sus taninos son suaves y equilibrados, lo afrutado resalta sin llegar a empalagar. De final mediano a más, con retrogusto algo así como a pecanas. 


Armonizó el riquísimo strogonoff de carne que a C le sale cada día mejor, en casa dispensamos las papitas al hilo con que es servido en cualquier restaurante. Ese plato que, aunque de origen ruso es muy común encontrarlo en cualquier lugar de Brasil. 

Sorprende que a pesar de su alta graduación alcohólica en ningún momento se percibió cálido, sus taninos llegan a ser sedosos, es muy elegante en boca. En la fase visual sorprende también que tiña las paredes de las copas, muy buena corpulencia. Nos resultó en definitiva un caldo muy sabroso. 

viernes, 9 de agosto de 2013

Las Moras Black Label Shiraz 2008


Vinícola Finca las Moras

Las Moras Black Label Shiraz 2008

14,5 % Grad. Alc.

Valle de Zonda, San Juan, Argentina. 


Guardamos buenos recuerdos tras la experiencia con un malbec de la línea Reserve, y al ver dos ejemplares de esta línea etiqueta negra -pero in english- en oferta –oferta para los padrones brasileños, o sea, menos caro: RS 58,90- nos hicimos de un par: un bonarda y este shiraz.

A la vista, es de una mediana densidad, de un rojo opaco con bordes ocres, lágrimas de mediana intensidad pero persistentes. En nariz, es muy afrutado, sensación muy persistente, hay trazos de vainilla, es algo especiado. En boca, parece más denso que en la fase visual, es de una rica consistencia, sus taninos son potentes, con el transcurrir del tiempo se tranquilizan en algo, la fruta también aquí es una sensación fuerte y persistente. De final largo, con retrogusto a cuero, a humo. 


Inicialmente se percibe algo alcohólico pero esa sensación va desapareciendo con el pasar del tiempo. Vino de gran personalidad, acompañó perfectamente una pizza 5 quesos-tomate seco con rúcula-italaninho (que entre otras cosas trae queso gorgonzola y catupiry, éste último queso es muy consumido en Brasil, diría que después del frejol y la parrilla lo más consumido es el catupiry). La elegancia de su etiqueta viste a un caldo potente que de a pocos va mostrando sus atributos: mucha fruta, taninos domados y de una rica densidad que llena la boca. ¡Show de bola!, como dice Cris. Ya le llegará el turno al bonarda. 

martes, 6 de agosto de 2013

Las tinieblas de tu memoria negra, Donato Ndongo-Bidyogo




Colección Narrativa Contemporánea, libro 2

Editorial Fundamentos, 1987


Hasta el momento nunca había leído nada de literatura africana. Ni siquiera tengo, ni he ojeado, algún libro del nigeriano Wole Soyinka, del egipcio Naguig Mahfuz, o de los sudafricanos Nadine Gordimer y J. M. Coetze, quienes fueron condecorados todos en su momento con el Premio Nobel, motivo por el cual quizá sean los más conocidos al hablar de literatura de aquel continente. Pero desde hace un tiempo he reunido unos pocos libros de cinco escritores africanos, ninguno perteneciente a los ya mencionados; éste es el primero. 

Donato Ndongo-Bidyogo (Niefang, 1950) es el autor del libro de la presente entrada, y la sorpresa fue grande al encontrarlo en la sección destinada a los libros extranjeros, al castellano, que es donde paso y repaso con cierta frecuencia. Siempre pensé que el primer libro de algún escritor africano lo encontraría en portugués por ser éste también el idioma de algunos países africanos.

Lo primero que me viene a la mente cuando pienso en Guinea Ecuatorial es una estampilla con un bisonte que tengo desde niño cuando coleccionaba sellos con la temática de fauna, recuerdo que me sorprendió la escrita en español, fue ahí cuando descubrí que también compartíamos el mismo idioma con aquel lejano país.

El personaje principal en esta novela es un niño por el cual conocemos tanto las nuevas costumbres que trae el catolicismo llegado junto a la colonización, y las tradiciones milenarias de su pueblo seguida a través de generaciones y que gran parte de su familia espera que él continúe cultivando.

Del primer grupo conoceremos al padre Ortiz de quien este niño será por un tiempo monaguillo, e incluso tendrá la oportunidad de seguir estudios teológicos y convertirse en un futuro en sacerdote, para orgullo de su padre, un negro grande y oportunista quien se adhiere rápidamente a la “brujería blanca” por encontrar facilidades para mejorar su calidad de vida, de él y de su numerosa familia. Pero el padre del niño no sólo hace suya esta nueva religión por las oportunidades que va teniendo, sino porque en el fondo ve ultrapasada todas las costumbres y tradiciones que él heredó, y quiere ser él quien dé el primer paso en su familia para encajarse en aquello que es llamado de civilización. Ya el niño, reflejándose en su progenitor decide consagrar su vida a este nuevo Dios, rezaba todas las noches y se soñaba en un cielo, aceptado y rodeado por bellos ángeles y arcángeles.

Por otro lado estaba el tío Abeso, sabio, fuerte, decidido, demostrando siempre la tranquilidad de quien lleva la verdad consigo, no siente en ningún momento como una amenaza a los padres españoles que están convirtiendo a su religión a muchos de los suyos, alejándolos de sus costumbres e inculcándoles un nuevo Dios. Él se mantiene firme en sus convicciones y tradiciones, junto a su otro hermano, el tío Meco, el abuelo Nguema Anseme, y su larga lista de ancestros que vienen a su llamado, encabezada por el bisabuelo Motulu Mbenga quien llega desde el más allá parado sobre el lomo de un gran caimán, en las reuniones donde las letanías en fang (idioma de la etnia Fang hablada hasta en cinco países africanos) prevalecen.

Lamentablemente Donato Ndongo no es un autor muy prolífico, ha editado una obra -de ficción- cada diez años teniendo en su haber solamente tres libros, siendo ésta su primera novela que data de 1987. “Los poderes de la tempestad” fue editada en 1997, y hace algunos años, en el 2007 salió “El metro”. Su obra tiene poca difusión y lamentablemente para la gran mayoría -entre los que me incluía- pasa desapercibida, tornando más difícil el conocer y encontrarse con sus libros. Y si las otras dos mantienen el mismo nivel de calidad que la de la presente entrada es para estar atentos a depararse y no dejar pasar la oportunidad de hacerse de algún libro suyo.

El autor sabe mezclar la dura realidad que no está exenta de momentos muy divertidos, con grandes trechos donde la fantasía y la magia reinan, siendo aquel niño quien une a estos dos mundos tan diferentes. Cuando nuestro personaje principal comulga en su primera comunión es uno de los momentos más hilarantes, así como la conversa entre el padre Ortiz y el tío Abeso, el primero intentando atraerlo al catolicismo y el segundo rechazándolo elegantemente exponiéndole sus razones que enervarán al prelado español. 


El libro por momentos es cadencioso, ante las dudas del personaje principal en saber si lo que está haciendo es correcto, para luego acelerar la trama –la lectura- en los pasajes donde éste se envuelve en confusiones o en plenos delirios producto del contacto de la segregación de alguna secreta raíz en una pequeña herida abierta en la cabeza, y descubrir el umbral a un mundo fascinante, el cual me lo imagino tridimensional, onírico y colorido, como una pintura de Bendayán. 

¡Qué joyita! ¡Destino, gracias otra vez! Éste es uno de los mejores libros que he leído en lo que va del año. 








Y aquella noche, ¿recuerdas? Viste por primera vez al bisabuelo Motulu Mbenga, fundador de vuestro linaje y continuador de las esencias tradicionales de la tribu en esta orilla del río Ntem. El bisabuelo permanecía de pie sobre el lomo del caimán que surcaba las aguas del gran río, el caimán era visible desde la orilla en que estabas sentado sobre una gran piedra pintada de blanco y rojo, y el bisabuelo tenía los pies secos. Desde la otra orilla, unas fantasmagóricas, diminutas y grotescas figuras humanoides disparaban sobre el bisabuelo con las escopetas que vomitaban fuego y hierro, y se emborrachan con petacas de esa bebida que quema la garganta, y los trozos de espejo se astillaban en su carne y los abalorios se enroscaban en sus manos, y sus disparos no alcanzaban al bisabuelo, y se llevaba su mano a su augusta cabeza para sacudirse unos insectos que te parecieron moscas negras, y los insectos revoloteaban a su alrededor y se volvían a la orilla opuesta y se metían en los tubos que vomitaban fuego y hierro y se acallaron los disparos y los insectos carcomieron los tubos, y las culatas, y las manos, y el pecho, y el vientre, y la cara de los atacantes, y en pocos segundos los humanoides quedaron reducidos a esqueletos quiméricos con los ojos vaciados, y el salacot bailando sobre sus largas cabelleras doradas. El caimán emergió entonces de las aguas, y depositó al bisabuelo Motulu Mbenga sobre la orilla, y a vuestra vista apareció un campo inmenso y llano cubierto de flores. Y en medio, un camino que conducía a una casa que se divisaba a lo lejos en el horizonte, y frente a la casa se alzaba un gigantesco ekuk con cuatro ramas tan grandes como el mismo tronco, que señalaban los cuatro puntos cardinales. Seguías al bisabuelo Motulu Mbenga de cerca, y al llegar al pie del gigantesco ekuk, él se volvió y te miró con fijeza, con sus ojos radiantes como el sol del amanecer, y te tomó la mano, y disteis vueltas y vueltas alrededor del gigantesco ekuk hasta que de la rama dirigida hacia el norte descendió un hacha, y de la señalada hacia el sur la piel del caimán, de la orientada hacia el este el fuego, y la tortuga bajó de la rama que miraba al oeste: y ante vuestros ojos desfilaban una larga procesión de humanoides convertidos en esqueletos de cintura hacia arriba, aún vestidos con unas saharianas raídas, sosteniendo sobre sus hombros las armas herrumbrosas mordisqueadas por los insectos. Y de la cabaña salió una vieja arrugada y desnuda, tatuada la cara con los signos de la sabiduría, y mostró la rama que señalaba hacia el oeste y viste a la tortuga colgando, y la tortuga se fundió en tu cabeza y fuiste investido de la prudencia, y la mujer se tocó a un tiempo el sexo y la boca con las manos diciendo: cierra siempre la puerta y con ella la boca, y siempre que viajares, ten tus oídos atrás. Volvió la vista hacia la rama de ekuk que indicaba hacia el este, y la llamarada se avivó para apagarse un instante después, y quedaste investido de la fortaleza necesaria, y la mujer se llevó las dos manos al corazón al mismo tiempo que decía: así como el antílope no es hijo del elefante, cuando oigas que vino piensa que marchará. Y volviéndose hacia la rama orientada al sur, de donde había desaparecido la piel del caimán, la anciana se llevó sus manos a sus pies, y le transmitió la templanza, y mientras ibas creciendo en tu interior, oías estas palabras: la gacela vive en las praderas, el búfalo en los zarzales, y el hombre en su pueblo. Y cuando miró hacia el norte, el hacha se descolgó para fundirse en tu mano derecha, y la justicia invadió tu espíritu, y la mujer, fija la mirada en tus ojos, te dijo: aunque tengas mujer, aprende a cocinar, porque la vida guarda muchas sorpresas, y no llores, ¡no llores!, porque el llanto será lo último. Y el bisabuelo Motulu Mbenga te preguntó qué buscabas allí y le contestaste que le buscabas a él, y dijo: yo soy tú, ¿no lo ves?, y te viste solo con el hacha en la mano en medio del patio de la tribu. El bisabuelo había desaparecido, el gigantesco ekuk había desaparecido, el vergel había desaparecido también y también la cabaña, y toda la tribu te aclamaba porque allí, en el suelo, esparcidos sobre la explanada de la aldea, estaban los esqueletos de los humanoides y los insectos salían por las cuencas de sus ojos y por la boca de sus fusiles.

Fragmento, páginas 49 a 51.

sábado, 3 de agosto de 2013

Don Melchor 2006



Viña Concha y Toro 

Don Melchor 2006

96% Cabernet Sauvignon – 4% Cabernet Franc

14,5% Grad. Alc.

Puente Alto, Chile


Aprovechando el rico frio que hay por las noches en esta época por aquí, al sur brasileño, decidimos que le llegó la hora al Don Melchor, en este caso el 2006, el top de la casa Concha y Toro en lo que se refiere a la uva cabernet sauvignon (con la uva carménère el top es el Carmín del Peumo), vino el cual ya estábamos por descorcharlo desde hace algún tiempo.

A la vista, es de un profundo color negro, con bordes ligeramente ocres; de capa alta, lágrimas intensas. En nariz, suave sensación a afrutada a moras y casis, se percibe algo de chocolate, algo como a cuero, pero todas son sensaciones suaves aunque duraderas. En boca, es corpulento, carnoso, muy elegante, de taninos muy estructurados, lo afrutado se refrenda, y hay una sensación constante a cacao. De final largo, retrogusto acaramelado, como a toffee, y también como a tierra tierna húmeda.

Vaya elegancia que derrocha este tinto; mientras lo degustábamos conversábamos que lo que hasta ahora teníamos como concepto de elegancia pasó a un segundo nivel, a partir de ahora cambió. El caldo tiñe las paredes de las copas demorando algo en caer por éstas. En la fase olfativa no fue explosivo, sorprendió que fuese tan delicado pero sí persistente y duradero. Tiene mucho volumen en boca y sus taninos están perfectamente equilibrados; es un caldo aterciopelado el cual disfrutamos más en la fase gustativa y visual que en la olfativa.

Aquí no existe rpc simplemente porque no es un vino para el cotidiano por su elevado precio, más todavía en nuestro caso que estamos en Brasil: aquí cuesta alrededor de US$ 200, o sea RS 399, imposible de comprarlo aquí, aunque curiosamente las cosechas más antiguas ya se agotaron y en la actualidad se encuentra solamente el 2008, o sea que aún siendo muy caro en Brasil hay gente que paga sus 200 cocos. Ya afuera de las fronteras brasileñas este ejemplar se adquiere a US$ 55, o sea RS 110, igual sigue siendo caro para el cotidiano, pero mucho mejor que al precio ofrecido por estos lares, inclusive más barato que en Lima. Es de los que se debe conocer y experimentar una vez por año, o por lo menos alguna vez en la vida. ¡Vinazo!