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miércoles, 27 de junio de 2012

Caliterra Reserva Chardonnay 2010



Viña Caliterra
Caliterra Reserva 2010
Chardonnay 99%, Viogner 1%
13,5% Grad. Alc.
D. O. Valle de Casablanca, Chile. 


Como por aquí, cerca al Atlántico, los pescados y mariscos no son tan baratos como al otro lado de los Andes, en el Pacífico, hay que esperar alguna oferta a mitad de semana para hacernos de algún pescadito, generalmente salmón, pero hace ya algún tiempo C quería experimentar atún fresco en casa, así que ahora tuvimos esa oportunidad de hacernos de uno. 

Mis últimos recuerdos de este pescado son el maguro nipón, muy común cada vez que íbamos los fines de semana al mercado: enormes, algunos descomunales, y que dejan como pececitos de acuario a los ejemplares que por aquí en Brasil se encuentran. Aquí te puedes hacer de un atún entero (4 kilos y medio aprox.), algo difícil de concebir en la isla: tan solo la cabeza de un maguro puede llegar a superar ese peso. 

Y para acompañar este pescadito abrimos este chardonnay chileno, del cual la verdad no esperábamos mucho, no sé por qué, la etiqueta es horrible, ese rectángulo negro con marco y letras doradas se parecen al logo de Concha y Toro: qué falta de imaginación pensaba, pero la comadre con la que conversaba en la vinoteca tuvo palabras de elogio, no sólo por éste, sino por los otros caldos de esta línea y de las líneas mayores de esta casa: a la hora de abrirlo recordé aquella brasileña pues el presente vino desde el inicio sorprendió gratamente. 

Es de un amarillo vivo, casi dorado, denota una corpulencia inclusive algo mayor que la media. Su aroma se va liberando de a pocos: se torna muy afrutado, como a melón, hay algo más que no es madera, como un tostadito..., rico. En boca, se refrenda aquella densidad que se percibió en la fase visual: de una corpulencia de mediana a más. Buena acidez, la fruta: parece algo de manzana pero es algo que no sobresale. Hay algo mineral también, aunque leve, de final medio para largo, muy rico. 

No es elegante, tiene uma personalidad más rebelde, pero con atún fresco lo elegante no va, así que estuvo bien. Con el ceviche no encajó; un par de horas después, con el sashimi estuvo mucho mejor, ya por la noche con las últimas piezas a la plancha y com hierbas no estuvo mal pero no tan bueno como con el sashimi. 

Sorprendió, y eso que hay una línea “Tributo”, superior a ésta. En el futuro no desdeñaré un caldo por más terribles que sean los diseños de las etiquetas. 



 
Aquí encontré un vídeo donde cortan el atún con maestría, como debe ser cortado. Llega a sacar cuatro pedazos limpios, más la carne que hay en el esqueleto (que se puede asar), e incluso por allá cocinan hasta la cabeza, algo que nosotros no nos animamos.


Vídeo subido por yamayama47

miércoles, 20 de junio de 2012

Intipalka Reserva, Malbec – Merlot 2009



Bodegas Santiago Queirolo
Intipalka Reserva
Malbec – Merlot, 2009 
14,5% Grad. Alc. 
Valle de Ica, Perú.  

Después de algún tiempo los padrinos de S nos visitan, momento que aguardábamos para abrir esta botella: no sabíamos hasta ahora si sería una buena o mala experiencia lo que ofrecemos, pero seguros de que es algo diferente. Vino peruano en la tierra de la samba y el fútbol es algo que simplemente no se encuentra, ni siquiera se sabe de su existencia, así como por allá se desconoce que por aquí se produce, además de cachaza, vino. 

Es curioso que no haya una costumbre de beber vino con una mayor frecuencia en el Perú, con la excelente y variada gastronomía que por allá hay. Esto probablemente haya mejorado en los últimos años: hay eventos anuales como la Expo Vino organizada por Wong que este año debe estar por la octava o novena versión –ojalá y algún día podamos coincidir en Lima e ir- donde en la poca información que se encuentra en la red pareciera que las bodegas argentinas y chilenas son la presencia mayoritaria. 

Y en verdad, cuando recuerdo haber departido con algún grupo alguna reunión y/o comida, eran caldos de esos países los que estaban en la mesa, o en su defecto, alguna otra bebida como cerveza. 

La Bodega Queirolo es una de las más tradicionales que hay en el Perú. Desde su fundación allá por 1880 - tres años después de haber llegado a instalarse en Lima, en el distrito de Pueblo Libre- esta familia, de origen genovés, produce vino y pisco, bajo el mando de Don Santiago Queirolo. Ya en 1906 lanza los primeros vinos embotellados, los clásicos vinos de entrada “Borgoña” y “Magdalena” que producen hasta la actualidad. Los vinos “Intipalka” –Valle del sol, en nuestra lengua original, el quechua- es un nuevo emprendimiento, con plantas traídas de Francia y trasplantadas a inicio de este siglo, bajo asesoramiento de enólogos como Jaques Blouin y Edmundo Bordeu (no especifican en su página web si es el Ing. Agr. Edmundo Bordeu Schwarze), teniendo su primera cosecha recién en el 2007.
 
A la vista: es de un rubí brillante, intenso, Translúcido, denota poca corpulencia. En nariz, afrutado, parece como compota de moras; hay también algo más denso, como café. En boca, es de sedosos taninos, no es corpulento, es fresco; hay algo de madera, e inicialmente se percibe un poco cálido, sensación que luego desaparece, hasta lograr una correcta armonía.

Me animo a pensar que de venderse por aquí generaría una segunda compra , ya que la primera –por la curiosidad: “¿vino peruano?”- como en la mayoría de productos estaría garantizada, creo que lograría hacerse un espacio en el mercado brasileño donde el vino parece ganar más adeptos. Tiene una buena rpc: en Lima se encuentra a U$17 aprox. 

Espero que propuestas y esfuerzos como este sean bien recibidos por el público en el Perú -entiéndase: consumirlos- donde se puede encontrar esta línea Intipalka. 

Una grata sorpresa. 

sábado, 16 de junio de 2012

Confesiones de una máscara, Yukio Mishima



仮面の告 - Kamen no kokuhaku, 1948
Confissões de uma máscara
Editora Companhia Das Letras, 2004
Traducción al portugués: Jaqueline Nabeta 


Una de las grandes ausencias era, hasta el momento, la lectura de algún libro de Yukio Mishima 三島由紀 (Tokio, 1925 – 1970), y esta edición contemporánea de Companhia Das Letras, traducida directamente del japonés, fue todo un hallazgo, pues hasta donde sé las ediciones antiguas por aquí eran traducidas de alguna versión en inglés. 

Libro con sendos ribetes autobiográficos donde nuestro narrador, a manera de auto análisis va graficando cómo desde su precoz infancia va encontrando indicios de algo que sospecha diferente y que al inicio no llega a comprender: el sentirse atraído por personas de su mismo sexo. El descubrimiento de la masturbación, y con esto otro sentimiento de culpa, por estar haciendo algo malo, prohibido, que él llamaría de “mal hábito” pero que no relega por sentirse atraído a ese extraño y breve placer que le proporciona. Su primer amor en la adolescencia, o lo que cree serlo, ese sentimiento hacia Omi -su compañero en la escuela- que le quita la razón y el juicio, lo hace sentirse maligno, degenerado, pernicioso; sí, eso quizá era amor. Nos hace saber de su fragilidad ante el resto, por no saber cómo comportarse, inclusive intentando más adelante enamorar alguna joven para sentirse “normal”, y descubrir la profunda apatía que esto le genera. Ambientado a mitad del siglo pasado, con la isla enfrascada en una cruel guerra, lo que lleva varias veces a un posible enrolamiento al frente de batalla a nuestro personaje principal. También nos muestra el pensamiento de aquella época por parte de los jóvenes ante esa situación, muchos increíblemente indiferentes a lo que pueda suceder con la isla, y otros esperando y aceptando la inminente muerte por algún bombardeo en Tokio y “el alivio” –sentimiento extraño pero hasta comprensible- al conocer que bombardearon Nagasaki. 
 
No pareciera que a nuestro narrador le interesara mucho el sentirse aceptado; el coraje que transmite –a pesar de su fragilidad interna que sólo la sabemos cuando cavila en su soledad- hace parecer más importante el aceptarse a sí mismo y tratar de buscar su espacio en ése, el que era su mundo. 

Además del tema principal del homosexualismo, y todavía en tiempos de guerra, hay otros dos temas que aparecen por momentos: la muerte: analiza de una brillante manera la terrible enfermedad en su infancia y los familiares a su alrededor, esperando. Así también las líneas dedicadas al deceso de su hermana son breves pero hermosas; y el suicidio: desde aquella época parecía que ya rondaba en su alucinada mente este tema, algo que por allá hasta pareciera ser un acto normal, una opción más, importante sí, por ser la última. 

Cuando algún japonés –o descendiente, inclusive- te comente de lo más normal sobre el auto-eliminarse, no está tratando de iludir, generalmente está hablando en serio, muy en serio.


 
Aquí la sensibilidad aflora a cada página, desmenuzando al máximo su propia vida, desnudando su conciencia, y entregándonos un inigualable ejercicio introspectivo donde su prosa llega por muchos momentos a ser lírica y práctica, y esta fue una de sus primeras obras. Genio.

viernes, 15 de junio de 2012

Tsantali, Rapsani 2009



Evangelos Tsantalis  
Tsantali, Rapsani 2009
Xinomavro, Stavroto, Krassato
13% Grad. Alc.
Viñedos Ραψάνη (Rapsani), AOC Rapsani, Témpi Valley, Περιφέρεια Θεσσαλίας (Tesalia), Ελλάδα (Grecia)


Es hasta común ver vinos de varias bodegas griegas en el mercado brasileño, pero los de la casa Tsantali son los que –a mi parecer- más y mejor distribución tienen. No sé exactamente cuántas líneas y marcas de esta bodega se pueden encontrar por aquí, pero son muchas. Antes de este Rapsani hay otras líneas de otras regiones que las creo menores por el precio más bajo, como el Nemea y el Naousa, por ejemplo, pero no nos hicimos de alguna de ellas por encontrar añadas anteriores a la del presente caldo, demasiado para vinos jóvenes, así que empezamos a conocer los vinos de esta casa y de este país con el ejemplar de esta entrada que a su vez cuenta, después de este, con un Reserva y un Gran Reserva. 



Vino griego con ají de gallina. 

Ya que nuestra reserva de frasquitos de ají amarillo se renovó podemos hacer nuevamente papa a la huancaína y ají de gallina (en verdad de pollo), y para maridar este último plato se nos ocurrió intentar con este tinto griego, ya que entre sus sugestiones para maridaje son justamente carnes blancas. 

El envejecimiento de los vinos de esta línea se dan por seis meses en pequeños barriles de roble, de los cuales el 50% de estos barriles son nuevos y el otro 50% son de segundo o tercer uso. Posteriormente espera en botella por seis meses más. 

Los viñedos están situados en la falda del famoso Monte Olimpo (Όλυμπος) recibiendo los vientos provenientes del Mar Egeo. El terruño rico en hierro y el subsuelo arenoso y arcilloso le dan el toque personal a los vinos producidos en esta región que ganó en 1971 su “Denominación de Origen de Alta Calidad”. 

Hasta el momento de la compra desconocíamos estas cepas xinomavro, stavroto y krassato, originarias de Grecia, de las cuales la primera es considerada la reina en esta región, llamada como este vino, Rapsani. No detallan los porcentajes utilizados, pero por lo que leo la mixtura de la xinomavro con las otras dos cepas es un corte frecuente en aquella región. 

A la vista es de un leve rubí, translúcido, con los bordes algo ocre, denota poco cuerpo. En nariz hay un rico tostado, frutos rojos; C le encontró un toque de canela, hay algo de tabaco también, y, curiosamente algo como a tierra. Aroma de mediana intensidad. Ya en boca se siente una acidez equilibrada, rica, con un amargor de intensidad mediana. Sensación algo amelcochada, no por dulzor, sino algo licoroso, sin llegar a incomodar; de final medio con un retrogusto a frutos rojos, como algo de guinda. 

Es un vino diferente, de poca corpulencia pero de intenso sabor, tiene una particular personalidad. No desentonó en lo absoluto con la comida; para C el vino está mejor con esta que en la previa, solo. 

Adjunto un vídeo de publicidad que encontré acerca de este caldo:

domingo, 10 de junio de 2012

Bouza, Albariño 2010



Bodegas Bouza
Bouza, Albariño 2010
12,5% Grad. Alc.
Montevideo, Uruguay. 

No recuerdo haber visto en Perú una “pizza peruana”, algo que en varias ciudades del Brasil es muy común: entre sus ingredientes lleva atún. Y en esta oportunidad esa variedad la dividimos con otra de anchoas: una pizza con frutos marinos con este último ingrediente puede ser algo complicado maridarlo, y la experiencia de hacerlo con este albariño charrúa (aunque todavía estoy asado por el partido continuamos con los caldos uruguayos) fue un acierto, pues la rica acidez con la que contaba este ejemplar bajó aquel saladito típico de las anchoas. 

¿Un albariño uruguayo? Es común ver vinos españoles y portugueses trabajados con esa cepa, pero sorprendió encontrar un vino sudamericano con esta uva; desconozco si en Chile o Argentina alguna bodega cultiva y trabaja también el albariño.  

De una tonalidad suave, un amarillo leve, denota poca corpulencia. En nariz hay un toque floral, pero lo que más resalta es su olor a manzanas verdes: es muy persistente. En boca no es untuoso: algo menos de una mediana corpulencia, sin llegar a ser aguado. Tiene una acidez crujiente, rica; es algo mineral, es muy fresco. De final mediano para largo, con retrogusto afrutado, cítrico. 

Su equilibrada, rica y marcada acidez combinó muy bien con las anchoas y el atún de la pizza. Este vino es un ejemplo de que en Uruguay no sólo producen un excelente tannat –además de muy buenos jugadores de fútbol-: este albariño es una agradable sorpresa.