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domingo, 19 de septiembre de 2010

Uma América Pintada, Oswaldo Guayasamín, Museo Oscar Niemeyer




“Todo mi arte gira alrededor de la tragedia del hombre.”

El grito I; 1980; La edad de la ira.



A mediados de los 90’s un compañero de trabajo me prestó unas cintas de audio, donde se encontraban los temas de un concierto realizado en Quito con el objetivo de recaudar fondos para la construcción de un proyecto denominado “La Capilla del Hombre”, del maestro ecuatoriano Oswaldo Guayasamín. Hasta ese momento no sabía nada acerca de aquel concierto en la capital ecuatoriana. Escuchar la música reunida allí, de diversos y grandes artistas: Mercedes Sosa, Silvio Rodriguez, Fito Páez, Alberto Cortez, Leon Gieco, Piero, Alberto Plaza, Víctor Heredia, entre otros. “Joaquín Sabina no entró en los cd’s por problemas con la disquera, pero estuvo presente”, recuerdo que me comentó en su momento aquel compañero, del cual no me atrevo a escribir su nombre por temor a equivocarme (aunque lo sospecho tocayo de un gran escritor francés).
No sólo no sabía del concierto, tampoco nada sabía sobre Guayasamín.

Los temas de aquel concierto me marcaron mucho. La música de esos casettes me transportaba a Quito de aquel junio del ’96. Poco tiempo después me hice de los 4 cd’s, editados por el diario “La República” de mi país, con la portada de una pintura que llamaba mucho mi atención, sus trazos, sus colores, totalmente diferente de lo poco que había visto hasta ese momento.



Fue muy emocionante estar hace poco en la entrada a las salas que albergan la obra de este ilustre ecuatoriano. Ya hace algunos meses por las calles de Curitiba, en los paraderos de los buses, anunciaban la exposición “Uma América Pintada” con grandes paneles y afiches. No había ido aún al museo y esta era una oportunidad imperdible ya que, además de Guayasamin, estaba la obra de Chambi, además de los otros artistas que desconocía hasta ese momento. Todo por RS4 ($2 y poco), y estudiantes a mitad de precio.



"Reunión en el pentágono I; 1970; La edad de la ira"



"La espera III; 1968, 1969; La edad de la ira."




"La espera VIII; 1968, 1969; La edad de la ira."


No sólo las pinturas y dibujos marcan; previo a cada grupo de obras, una frase de Guayasamín traducida al portugués es la antesala a lo que se está por ver. Muchas de estas frases son como una cachetada, un balde de agua fría, un cable a tierra.


“He pintado como si gritase desesperadamente, y mi grito fue sumado a todos los gritos que la humillación exprime, la angustia del tiempo que nos tocó vivir.”




"Las manos de la protesta; 1968; La edad de la ira."

En efecto, las pinturas de la colección “La edad de la ira” son eso, un grito constante y perenne de los pobladores latinoamericanos; de las madres, al ver a sus hijos muertos; de los reprimidos en el mundo todo, con las guerras característica del siglo pasado; de las dictaduras. Al fondo de una de las salas hay una pantalla plasma que pasa un dvd sobre él, y, por los pequeños parlantes la inconfundible voz del maestro acompaña a los visitantes: “Una vez un crítico de arte me dijo, tu pintura Oswaldo es como el sonido que produce un piano al ser lanzado por la ventana de un edificio.”



"Los torturados I, II, III; 1976, 1977; La edad de la ira."

“Los nombres de Orozco, Rivera, Portinari, Tamayo y Guayasamín forman la estructura andina del continente. Son altos y abundantes, crispados y ferruginosos. Caen a veces como desprendimiento o se mantienen naturalmente elevados, unidos territorialmente por la tierra y por la sangre, por la profundidad indígena.

Guayasamín, entre unos y otros, emprendió en su obra el Juicio Final que pedíamos a los solitarios del Renacimiento. Pocos pintores de nuestra América, tan poderosos como este ecuatoriano intransferible tienen la marca de la fuerza, es un anfitrión de nuestras raíces, da cita a la tempestad, a la violencia, a la inexactitud, y todo eso, a vista y paciencia de nuestros ojos, se transforma en luz.
Suponemos que el realismo ha muerto. Y hemos celebrado el funeral porque no lo mataron los quiméricos, los irrealistas, sino los propios realistas que lo realizaron, extinguiéndose hasta presentarnos un realismo sin carne y sin hueso: la imitación de la verdad.

Guayasamín es uno de los últimos cruzados del imaginismo; su corazón es nutricio y figurativo; está lleno de criaturas, de dolores terrestres, de personas agonizantes, de tortura y de signos. Es un creador del hombre más espacioso, de las figuras de la vida, de la imaginación histórica.
Yo lo conservo en mi santoral de santos militares, aguerridos, arriesgando todo en la pintura. Las modas pasan sobre su cabeza como nubecillas, nunca lo aterrorizaron.
Presento, y es mucho honor para mí en hacer esto, a este pintor germinativo y esencial, seguro de que su universo puede sostenerse aunque nos amenace como un derrumbe cósmico.
Pensemos antes de entrar en su pintura, porque no nos será fácil retroceder.”

Pablo Neruda sobre “La edad de la ira”.




"Madre y niño; 1989; La ternura."

La antítesis de ese conjunto de obras también supo representarla muy bien; hay todo un derroche de sensibilidad en las obras que ocupan el espacio destinado a “La Edad de la ternura”.

En las obras del conjunto “Huacayñan” (“Camino de llanto”, en quechua) una en particular llama mi atención: “El toro y el cóndor”, donde veo representada una conocida y terrible tradición peruana, el Yawar Fiesta (Fiesta de sangre, en quechua).



"El toro y el cóndor; 1957; Huacayñan."

“Una larga e intensa vida (79 años y más de 6,000 telas, 200 exposiciones internacionales, 3 matrimonios y siete hijos, viajes por casi el mundo entero, una Capilla del Hombre).
Una tortuosa infancia marcada por la pobreza (hijo de un camionero y taxista, familia con nueve hermanos más).

Una pasión indomable por llegar. Nunca fue otra cosa sino pintor.
Una capacidad creativa y una técnica tan apurada que llegaba a pintar una tela en 2 días y un retrato en 45 minutos.
A sus cortos 20 años de edad Nelson Rockefeller adquiere 6 telas de él y providencia para que el Departamento de Estado invite al artista a visitar los principales museos norteamericanos.

Ganó premios en la plástica: a los 20 años el “Premio Mariano Aguilera” en Quito. A los 30 años la “Bienal de Barcelona”, conquistando España, y a los 35 años la Bienal de São Paulo, terminando de conquistar América.
Su mayor mérito artístico: haber desarrollado un lenguaje plástico propio, identificable, único, inconfundible, que es la aspiración más anhelada por un artista.

Gana también reconocimiento por su valor humano: el “Premio a la Memoria”, otorgado por la “Fundación France-Liberté” de Paris, dirigida por la señora Danielle Mitterand; el “Premio José Martí” de la UNESCO; doctorados Honoris Causa en Ecuador, Perú, Chile, República Dominicana y Cuba. Y el más importante: a pedido de la UNESCO es proclamado “Pintor de Ibero-América” por la IX Cúpula de Jefes de Estado”.

Su generosidad no conocía límites. Decidió compartir su fortuna (convertida en millares de piezas arqueológicas, centenas de bienes culturales de la Colonia, de la Escuela Quiteña, de arte contemporáneo, de su propia obra) con la colectividad universal, creando una Fundación para que fuesen exhibidas hasta la eternidad.
Su solidaridad con los oprimidos de la tierra lo llevó a hermanarse con los luchadores de todo el orbe.”

Museo Oscar Niemeyer.





"Rigoberta Menchú; 1996; Retratos."




"Paco De Lucía; 1994; Retratos."




"Desnudo; 1940; Dibujo."



"Desnudo; 1958; Dibujo."

El realizó aquel viaje que muchos soñamos hacer, el ir desde México hasta la Patagonia chilena y argentina. Retrató al pueblo, conociendo gente, viendo que son más las cosas que tenemos en común que las que nos separan. Esta amplia muestra (que estuvo en Lima en el 2009, si mal no recuerdo) es un baño de latinoamericanidad, al que este maestro ecuatoriano nos invita. Él siempre estará presente, con su obra recorriendo el mundo, recordándonos lo vivido y lo sufrido, para que la amnesia no se instale en nosotros. La exposición estuvo del 19 de marzo hasta el 25 de julio del presente año.



“Mi pintura es para herir, para arañar. Es golpear en el corazón de la gente, para mostrar lo que el hombre hace contra el hombre.”
Reunión en el Pentágono, 1970,La Edad de la Ira.



"Quito negro; 1976."




“Yo lloré porque no tenía zapatos, hasta ver una niña que no tenía pies.”




"El grito I, II, III; 1983; La edad de la ira."



“Siempre voy a volver, mantengan encendida una luz.”






El tema que acompaña este post es de Mercedes Sosa, "Sobreviviendo", del álbum "Chiapas", donde varios artistas colaboraron con un tema para reunir fondos para esa ciudad mexicana. A partir de ahora intentaré combinar el post con algún tema.









Fuentes:

- Texto de Neruda tomado del catálogo sobre la muestra “Uma América Pintada” del Museo Oscar Niemeyer, y aquí una salvedad: me he atrevido, he osado traducir aquel texto de ese chileno universal, del portugués al español. Aunque ambos idiomas tengan sus similitudes, quizá pueda/debe haber algún error, por el cual desde ya pido disculpas anticipadas.

- Texto sobre la biografía de Oswaldo Guayasamin tomado de un mural con dicha información en la entrada a una de sus salas. Traducción de ese texto y de las frases en cada sala fueron hechas por este bloguero.

- Vídeo tomado de Youtube, subido por U.T.P.L. (Universidad Técnica Particular de Loja, Ecuador).

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