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lunes, 28 de junio de 2010

Gimenez Mendez, Las Brujas Tannat 2008



Gimenez Mendez; Las Brujas Tannat Reserva 2008; 13% Grad Alc; Las Brujas, Canelones, Uruguay.


Este Reserva es quizá la línea más simple de Gimenez Mendez, y no se puede comparar con los tannat’s de esta casa bebidos anteriormente: no esperábamos mucho, pero tampoco pensábamos que sería un fiasco; la vinícola da esa confianza.
En la vista parece tener poco cuerpo, de un violeta medio, no es un color intenso, tampoco llegó a formar lágrimas intensas. Su olor no es marcante, no denota nada en especial, o al menos no lo percibimos. Al probarlo no llega a ser corpulento, por el contrario, es medio aguado, su tanicidad es mediana y esa breve sensación de amargor en la boca llegó a ser agradable, aunque de breve final, eso fue lo que salvó este vino: el sabor no es desagradable, su acidez no incomoda, es equilibrada, la falta de corpulencia es lo que desanima. A diferencia de los otros dos vinos de esta casa bebidos aquí éste trae un corcho sintético.
Tenemos una muy buena imagen de los vinos Gimenez Mendez, y creo que para comenzar a probar los tannat’s (la uva emblemática uruguaya) de esta casa, beber primero éste Las Brujas Reserva sería ideal, y luego el “Alta Reserva” para luego degustar el “Premium” -todos de la misma cepa-, esa sería una manera de ir de a pocos con esta uva.

miércoles, 23 de junio de 2010

Montes Alpha, Cabernet Sauvignon 2007



Viña Montes; Montes Alpha; 90% Cabernet Sauvignon, 10% Merlot; 2007; 14,5% Grad. Alc; D.O. Valle de Colchagua, Chile.

Aprovechando la visita de una amiga, que no veíamos ya un buen tiempo, abrimos una botella de este ícono chileno y sudamericano: Montes Alpha.
En la etiqueta se puede leer que este vino fue envejecido en barricas de roble francés por 12 meses. Según la revista “Decanter” esta variedad es comparada en calidad con los mejores “cru bourgeois” de precio mucho más elevado. Wine Advocate y Wine Spectator le dieron 91 y 89 puntos respectivamente, siendo bebido ahora, considerando que este vino se puede guardar hasta por 10 años, evolucionando a través del tiempo.
Es de un morado mate, de cuerpo mediano, las lágrimas están ahí aunque no son tan intensas. En la nariz varía conforme va pasando el tiempo: quizá sea mejor decantarlo. Es un olor a los 10 minutos en la copa (frutas negras, y algo más alcohólico) y otro mucho más intenso con más de 20 minutos en la copa (el aroma frutado es más intenso, se siente algo de tabaco, y también un toque de vainilla). En la boca es corpulento, de taninos persistentes y muy agradables, de una elegante astringencia, y un final largo: un vino muy agradable.

miércoles, 16 de junio de 2010

Confesiones de un inglés comedor de opio, Thomas De Quincey



Confesiones de un inglés comedor de opio; Confessions of an english opium-eater, 1821; Thomas de Quincey; Alianza Editorial 1990; Inglaterra.

Algo que se percibe desde el inicio es la forma como está escrita esta obra; me hace recordar el estilo de Machado De Assis, quien quizá haya sido influenciado por este autor, entre otros: el narrador se dirige directamente al lector, como en una conversación; somos sus cómplices ante esta declaración.
La Parte I, en sus “Confesiones preliminares” está marcada por su encuentro con Ann, la joven y amable prostituta de la calle Oxford, con quien pasó varias semanas, a quien no llegó a concretar su ayuda en los trámites con la justicia londinense que ella tenía por hacer, para que luego, sentados en la Plaza Soho, cuando él se sentía más débil y abandonado que nunca, ella le ofrezca un vaso de vino y algo de especias, pagado con las pocas monedas que ella tenía. Eso marcaría para siempre (o al menos hasta el final de la obra) al narrador: (“-¡no lo olvideis!-” nos recalca). Nunca más la vuelve a encontrar; Ann es un recuerdo presente durante el transcurrir del libro.

“Si vive no hay duda que a veces nos hemos buscado en el mismo instante a través de los poderosos laberintos de Londres; tal vez hemos estado a pocos pasos uno del otro; ¡no es más ancha la barrera en una calle de Londres y muchas veces equivale a la separación por toda la eternidad!”




La Parte I acaba con los lamentos por no haberla encontrado nuevamente, y, la Parte II inicia con un reproche a la calle Oxford, increpándole su dureza a modo de despedida, aunque la nostalgia lo haga regresar en un futuro a aquel lugar.

Si compraste este libro por el morbo despertado ante el título, es aquí que comienza lo que buscabas. Por cierto, yo me hice de este libro por saber del autor a través de los libros de Borges ya que es mencionado (entre otros) en sus obras. Antes de eso, ni sabía de la existencia de Thomas de Quincey (sí, ya sé: ignorante me dirás, pero no me negarás que te soy sincero).

Las tres siguientes partes son como el paraíso, el purgatorio, y el infierno. En “Los placeres del opio” nos narra el cómo y el por qué empezó a experimentar con el personaje principal de esta obra: el opio, del cual él sólo había oído hablar. El alma del narrador se estremece al recordar estos episodios, al saber (creer) ahora, en cuerpo y espíritu, que el opio era el remedio para todos los males humanos. Hace incluso una comparación entre los efectos del vino y los del opio, donde afirma que el primero en una mayor cantidad te lleva al desvarío y la extravagancia, mientras que el segundo tranquiliza la exaltación. En “Introducción a los dolores del opio”, narra sus altibajos: cómo de consumir 320 granos de opio (equivalente a 8,000 gotas de láudano) baja a 40 granos, y claro, sus consecuencias. Hay una breve pero sabrosa historia sobre el día que un malayo golpeó a su puerta: la descripción que hace sobre el efecto que aquel individuo causa en su empleada y en otras personas está llena de fino humor, y la experiencia de él con el opio lo sorprende. Finalmente en “Los dolores del opio” encontramos algunas alucinaciones y experiencias oníricas. También hace mención del desinterés por continuar su desarrollo intelectual, efectos de sus diecisiete años de consumo y ocho de abuso de esta droga. Hay inclusive en el “Apéndice” una pequeña tabla donde registra su consumo. Cuenta además sobre su lucha por apartarse del opio, y cómo va graduando su consumo.

En toda la obra hay un fino sentido del humor, y detalla muy bien hasta lo más mínimo manteniendo al lector con ansias por continuar. Un dato que ignoraba es que la traducción de esta edición está hecha por el escritor peruano Luis Loayza.
Hay otras dos obras de De Quincey que están editadas también por Alianza Editorial: “Los últimos días de Enmanuel Kant” y “Del asesinato considerado como una de las bellas artes”.
Menciono a esta editorial porque se encuentra y mucho en nuestro país, pero cuenta con tantos, cientos de títulos y autores, que a veces marea estar frente a un “cerro” de libros (en una Feria del Llibro, por ejemplo) de lomo blanco y no saber por donde empezar. Si los otros dos mantienen esta calidad (que imagino que es así) hacerse de ellos será una gran experiencia, como fue con la presente obra.
Todo un clásico de la literatura que ignoraba de su existencia.

sábado, 12 de junio de 2010

IV Encuentro de coleccionadores de camisetas de futbol

Aquí es de lo más común ver por la calle personas vistiendo una camiseta de un equipo brasilero o de su selección, pero también se puede ver que visten de otras selecciones sin ningún remordimiento, y claro, de equipos europeos y sudamericanos; eso ya ví en Perú, en menor medida, pero es la primera vez que sé de reuniones donde se concentren coleccionadores. No sé si en otros países esto es común: en el Perú al menos nunca supe que se haya dado. Aquí por ser ellos pentacampeones comen, beben y respiran futbol. El mundial recién comenzó y ya hay espíritu de fiesta aquí; no me imagino cómo será si suman su sexta estrella. En varios estados de todo Brasil (São Paulo, Rio de Janeiro, y Paraná principalmente, aunque también hay en otros) se suelen reunir coleccionadores de camisetas de futbol; es muy interesante la experiencia: ver cómo se reunen hinchas del São Paulo, Corinthians, Palmeiras (equipos paulistas y rivales clásicos), o los paranaenses: hinchas del Atlético Paranaense, Coritiba F.C., y del Paraná F.C., y simplemente se juntan a admirar las camisas que llegan a reunir, recordar jugadas y campeonatos. Saben mucho de futbol, de equipos y selecciones. Al ser el único extranjero, y peruano, no faltaban las preguntas de por qué se echó mi selección en Rosario, en el '78 contra "os hermanos", como llaman ellos a los argentinos. La reunión fue muy cordial (como debería ser las hinchadas tras un partido), ameno y hasta gratificante; el poder ver y tocar algunas joyitas que ahí habían. Fue una de las convenciones que más personas reunió (entre 50 y 57), hasta con la presencia de un ídolo "dos coxas" (Coritiba): Vavá. Al V Encuentro.... no pude ir, pero supe que reunió pocas personas, ni la mitad de éste grupo. Aquí no sólo exponen cada quien sus camisetas, también hay venta y trueque. Una muy interesante experiencia.













La 10 usada por Zico estaba ahí, cuando la selección brasileña era vestida por Topper a inicios de los 80's.










Esa del Corinthians es de mediados de los 80's. Por cierto, todo corinthiano tiene una de Boca por el recuerdo y el cariño que le guardan a Carlitos Tevez.



Esa camisa del Corinthians es de la época en que Tevez estaba en aquel club paulista; sólo que él usaba la 10.



Esa de Ronaldo fenómeno es del Corinthians, temporada 2009.





Esa de São Paulo es de mediados de los 90's, cuando los vestía Penalty, la 8 que usaba Kaká.





Esta del São Paulo, temporada 1982, vestía Le Coq Sportif.



Jair, quien trabaja en el restaurante donde fue la reunión consiguió adquirir esta linda camiseta del multicampeón São Paulo a RS50 ($23).





Esta fue la toma que salió menos temblorosa de las que disparó el corinthiano Raphael. Aquí estoy con una del São Paulo de 1981, cuando era vestido por Adidas.



Linda camisa del arquero del América de México: "show de bola!" como dicen acá cuando algo es muy bueno.



Algunas joyas "do alemão"



La de Rudd Van Nistelrooy.







Tremenda joya del Liverpool de Inglaterra. Deivid, con su camiseta del Coritiba F.C. de 1985, junto al "alemão"



Otra relíquia, esta vez del Atlético Clube Paranavaí, camiseta de inicio de los 80's.



La del Juventus italiano, temporada 08/09, la de su nuevo "jale", el brasileño Diego. Más abajo junto la de su antiguo club, el Werder Bremen de Claudio Pizarro, temporada 07/08.







La de Roberto Baggio cuando defendía al Brescia (2000-2004)











"O alemão" tiene la del arquero del A.C. Milan de mediados de los 90's, de la misma época que la mía, de Roberto Baggio (1995).



La del Inter de Milan también estaba, y en varios modelos, hasta una reliquia de tela gruesa, como franela.







Beny con una del Bragantino.



Tres relíquias de los compadres paranaenses. Actualmente solamente el Atlético Paranaense está en primera división, el Paraná F.C. ya tiene varios años en segunda y, el 2009, el Coritiba F.C. cayó también, inclusive hicieron destrozos en su propio estadio -siendo vetado por un tiempo-, y agrediendo a la policía, esto a finales del 2009.



Hasta tuvimos la presencia de Vavá, ídolo de los 80's del Coritiba F.C., campeón brasilero de 1985. Habían grabaciones de audio de la época reviviendo los goles de aquel equipo, actualmente en segunda división.



Relíquiza "coxa", como se le conoce al Coritiba F.C.



Mostrando camiseta del Coritiba F.C. del 2009, firmada por el delantero argentino Ariel.











Los attleticanos Hichan y Fernando (izq) observando la colección del "mengão" del flamenguista Sergio Luis (der)